jueves, 3 de junio de 2010

LA BATALLA DEL RELATO



Por Pablo Rodríguez Masena (Lic. Cs. Política UBA)

Los procesos histórico-políticos trascendentes abordan simultáneamente la cuestión socio-económica y la simbólica.
Antonio Gramsci decía que no se podía hacer la revolución en Occidente sin batallar en las casamatas de la red de instituciones público-privadas de la sociedad civil que son constructoras del sentido común. Así sin disputa por el sentido del sentido común no hay revolución o los cambios no subsisten.

Sólo los necios objetan el carácter profundamente transformador del gobierno de Cristina Fernández. Se cambió estructuralmente la matriz neoliberal de la dominación político-económica. Antes el mercado lo era todo, el Estado estaba a su servicio y la política se subordinaba a la economía; ahora es al revés, un estado activo que interviene en un sentido diametralmente opuesto al tradicional.

Cuando el cambio es en serio, la pelea de intereses también lo es y allí el espacio para los consensos generales es reducido; hay que decidir continuar con los cambios o frenarlos para volver atrás. Este es el momento en el cual la pelea por la construcción del relato simbólico se transforma en una de las batallas fundamentales.
Los grandes medios de comunicación construyen un relato asociado a sus intereses económicos. Cuando el gobierno profundizó sus políticas contrarias a sus intereses, su transformación en los principales opositores era lógica, tanto como previsible que utilizaran todo el potencial de construcción simbólica para impedir que los cambios se realicen.

Para el gobierno contrarrestar el sentido común dominante se convirtió en una necesidad, claramente luego del cimbronazo político de perder la batalla legislativa y cultural por la 125 y la derrota electoral de junio pasado. Ahí se da cuenta de la importancia de la batalla cultural, por lo que construir un relato alternativo al oficial privado era estratégico si quería lograr que las transformaciones no sólo no se frenaran sino que continuaran.
Para ello decidió utilizar mecanismos de comunicación directa entre Cristina y la gente a través de la cadena oficial como una forma de comunicación de las acciones del gobierno a la población directamente. Es cuestión de ver la agenda mediática y la estructura noticiosa de las empresas de noticias privadas para ver el poco tiempo, y la poca calidad del tiempo, dedicada a la política y a las realizaciones gubernamentales, en comparación con el que le dedican a editorializar y bajar línea, minimizando u ocultando los éxitos de la gestión, para entender el porqué de la hasta sobreutilización de la cadena oficial.

Otra fenómeno es la de la aparición de la “blogósfera nacional y popular” un abanico amplio de páginas webs, blogs, y perfiles en redes sociales en donde cientos de miles de internautas vuelcan sus opiniones presentando un escenario noticioso y reflexivo diferente al dominante, algo así como lecciones de periodismo explícito, en las antípodas del periodismo independiente, comprometidos con su tiempo y su historia. Su apoyo explícito permite romper el cerco de la censura en democracia y potenciar los apoyos.

La aparición de 6,7,8 en la televisión pública cumple un rol clave en la batalla por el sentido al mostrar las contradicciones de la pseudo prensa independiente, haciendo explícitos sus intereses. La combinación del fenómeno 6,7,8, la blogósfera y la aprobación de medidas de gobierno de neto corte popular permitió que sectores de clase media que lo apoyaban pero se sentían aislados en un mundo hegemonizado por la oposición virulenta, descubrieran que no estaban tan solos y decidieran salir a la calle a exteriorizar su apoyo, cambiando el sentido de la mayorías públicas.

La batalla cultural está en su esplendor. Cuando se impuso el neoliberalismo, no es que del otro lado no hubiera nada, sólo estaba destruido y disgregado, incapaz de construir un relato alternativo; hoy, si bien los dueños del poder comunicacional mantienen su capacidad de dar sentido, desde estos espacios se ha logrado horadar su piedra constituyéndose en constructores de sentido.

Hoy el clima es diferente al de junio de 2009 cuando parecía que había un gobierno acabado cercado por pretensiones destituyentes. Ahora, luego de la fiesta del Bicentenario y ante el descalabro europeo, una mirada optimista parece haberse posado sobre nosotros que ojala les llegue a Maradona y sus muchachos para que la celebración sea completa.

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